Ganó la Mística

Los momentos mágicos del fútbol

El fútbol es un deporte cruel. Pregúntenle a Kolo Muani. Pero también es hermoso. Desata pasiones como ningún otro deporte, como ejemplo están los argentinos.

No siempre gana el mejor, ni el más fuerte, ni el que juega bien (¿aunque, qué es jugar «bien»?). Muy pocas veces es justo y esto en el Mundial se sobredimensiona. Donde las jugadas se deciden por milímetros. Donde un segundo de distracción te puede mandar a casa, o cambiar el rumbo del partido como a Francia en la Final. Ni los avances tecnológicos han podido pulir las imperfecciones del fútbol.

Es un juego donde la incertidumbre reina, donde el nerviosismo abunda, donde la experiencia te puede fallar y donde la tranquilidad rara vez existe.

A pesar del contexto negativo, envuelto en miles de polémicas, el Mundial de Qatar 2022 estuvo repleto de emociones. Desde el primer partido, en donde Ecuador sorprendió a propios extraños con su despliegue. Pasando por una fase de grupos donde vió a titanes como Alemania, cuatro veces campeones, caer eliminados. Si este no fue el mejor mundial de todos (ha sido donde más goles se han anotado), sin dudas es de los más emocionantes.

Y la cúspide de estas emociones fue, por supuesto, el partido final. De un 2-0 de Argentina a un 2-2 en un minuto. Goles para ambos equipos en la prórroga. Y una tanda para la historia. Porque los amantes del fútbol probablemente no olvidemos dónde estábamos cuando vimos este encuentro.

Un duelo entre una leyenda (Messi) y su joven heredero (Mbappe). Los astros del PSG se batieron a goles en un espectáculo que tuvo de todo dentro y fuera de la cancha. Reclamos por penales, cambios anticipados, drama hasta el último segundo. Irrepetible.

Lamentablemente solo puede haber un ganador, y a pesar que Kylian Mbappe ‘mereció’ más este Mundial que el anterior, el campeón fue Argentina. Y con este triunfo se recupera una parte importante del fútbol, una que parecía perdida entre la sobresaturación de partidos: la mística.

La mística en el fútbol es ver algo inesperado, como un gol de pizarra en el suspiro final del encuentro que te lleva a la prórroga. La mística es responder en el campo a las críticas previas. Es hacerle frente a tus detractores con o sin el balón. Es entregarte a cábalas, es “anular mufas”, llevar amuletos de la suerte. Es elegir creer en las coincidencias.

Para dimensionar los hechos que presenciamos necesitamos que el tiempo pase. Necesitamos referencias para comparar. En este caso, en este mundial, para esta final, es probable que no lo necesitemos. Hemos sido testigos de la historia.

Vimos cómo se cerraban varias etapas de jugadores que han dejado su nombre grabado a fuego en el fútbol. Vimos una camada nueva de jugadores con hambre. Vimos que la rigidez en la táctica no sirve siempre cuando no cuentas con un jugador diferencial.

Esperemos que en los próximos torneos se mantenga esta mística, que los jugadores se conviertan en héroes y sean recordados para siempre.

Gracias, fútbol, por brindarnos tu magia y entregarnos momentos para toda la vida.

Publicado por manuarocha

Football geek.

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